El papel sensorial de la planta del pie: revisión y actualización sobre perspectivas clínicas
Los pies constituyen una importante estructura sensorial en los mecanismos de control postural. Como una interfaz directa y a menudo única entre el cuerpo y el suelo, los pies nos permiten sentir e interactuar con nuestro entorno. La información sensorial proporcionada por aferentes musculares y cutáneos en el pie contribuye a nuestra capacidad de estar de pie, y es necesaria la influencia postural para detectar la posición y el movimiento del cuerpo en el espacio. Una disminución en la sensibilidad de la piel de la planta del pie ocurre naturalmente con el envejecimiento y como resultado de trastornos neurológicos, que incluyen diferentes neuropatías periféricas, cuyas etiologías más comunes son la diabetes mellitus o los efectos de la quimioterapia. Esta disminución de la sensibilidad se asocia frecuentemente con un control postural más pobre y un mayor riesgo de caídas en estas poblaciones. El propósito de esta revisión exhaustiva es resumir la evidencia que respalda un papel funcional de la retroalimentación táctil y muscular sensorial de la planta del pie en el equilibrio de pie, y las consecuencias posturales cuando esta retroalimentación se ve afectada por el envejecimiento o la enfermedad. Esto trae nuevas perspectivas clínicas sobre el desarrollo de estrategias de intervención para mejorar la calidad de la retroalimentación cutánea de la planta del pie. También parece ser un enfoque prometedor en el tratamiento de pacientes con trastornos del equilibrio, con síndromes específicos de dolor crónico, con enfermedades neurológicas o con riesgo de caerse. Esto trae nuevas perspectivas clínicas sobre el desarrollo de estrategias de intervención para mejorar la calidad de la retroalimentación cutánea de la planta del pie. También parece ser un enfoque prometedor en el tratamiento de pacientes con trastornos del equilibrio, con síndromes específicos de dolor crónico, con enfermedades neurológicas o con riesgo de caerse. Esto trae nuevas perspectivas clínicas sobre el desarrollo de estrategias de intervención para mejorar la calidad de la retroalimentación cutánea de la planta del pie. También parece ser un enfoque prometedor en el tratamiento de pacientes con trastornos del equilibrio, con síndromes específicos de dolor crónico, con enfermedades neurológicas o con riesgo de caerse.